No sentirme mal, por sentirme bien
Parece que el covid-19 vino a nuestras vidas para quedarse durante un tiempo. Sé que no es nada nuevo cuando digo que estamos viviendo un momento difícil. De eso no cabe duda. Yo prefiero hablar de un momento retador, que pone a prueba los recursos aprendidos. Y desde mi punto de vista, lo más interesante: un momento que nos brinda la gran oportunidad de aprender, de abrirnos a lo nuevo, de explorar nuevos caminos...
Quiero aprovechar esta gran parada para compartir con vosotros mi experiencia. Como humana que soy, he transitado por muchos estados emocionales: desde el shock inicial (resistencia, negativa, enfado, perplejidad...), a la preocupación por la incertidumbre a todos los niveles (laboral, salud...) y la información bastante perturbadora que me ha ido llegando. Pero no es ahí donde quiero poner el acento.
Creo que es un momento donde necesitamos más que nunca poner el foco en lo bueno, en los regalos que, quizá con un envoltorio no tan atractivo, esta situación nos brinda. Y eso es lo que más me interesa compartir de mi vivencia personal en este momento:
- el regalo de no tener que ir corriendo de un lado para otro haciendo encaje de bolillos entre mis horarios, el cole de los niños, las extrasescolares...y un largo etcétera que las madres y padres comprenderán perfectamente.
- el regalo de poder escuchar con calma a mis hijos cuando me quieren contar un sueño, plantear una pregunta, enseñarme una arañita que han visto en el jardín (sí, soy una privilegiada con un trocito de césped y un lugar donde, cuando hace bueno, podemos disfrutar para jugar un poco al aire libre y que nos de el sol en la cara)
- el regalo de poder hacer una sesión de relajación y estiramientos en familia, después de nuestra buena sesión de baile, cosa que nunca jamás habíamos compartido.
- el regalo de encontrarme una declaración de amor espontánea escrita en la pizarra por mi hija, donde de manera también espontánea sabe ver el lado bueno que esta situación le trae.
La lista podría ser mucho más larga, casi infinita... Si pusiéramos el foco en el otro lado también, no os voy a engañar. Esa es la grandeza de la vida. Sus claroscuros y sus contradicciones. Y tampoco quiero negar que en algún momento me he sentido mal por sentirme bien en esta situación, sabiendo que hay tantísimas personas a mi alrededor, algunas más cercanas, otras más lejanas, pasando por situaciones verdaderamente dramáticas.
Es algo que estoy aprendiendo, y seguro que es uno de los aprendizajes que podemos hacer en esta situación. Aprendamos a sentirnos bien y liberarnos de la culpa. Estar vivo implica seguir disfrutando y agradeciendo los regalos de la vida.